¡Ahora sí que hace bastante calor!!! me dije mientras veía en la televisión una serie, de esas antigüas que solíamos disfrutar cuando me reunía con toda la familia en el salón; y recordé que hace algunos meses cuando llegue a Moyobamba, en una conversación con unos pobladores, contaron que más allá de Rioja había un lugar en donde el agua era muy fría y según sus propias palabras era muy bonito para ir a pasear. Apagué el televisor, cogí mi mochila y cargando una toalla, un polo y mis lentes blancos que siempre me acompañan en días de intenso sol, me dispuse a ir en busca de ese lugar, y así refrescarme en este sofocante calor.
¿Por dónde voy a Rioja? le pregunté a un conductor, sentado en mi moto, mientras la luz del semáforo cambiaba a verde. Tomé la ruta indicada, y sintiendo esa mezcla de bochorno y libertad, que te da el conducir por una carretera abierta, llegue a Rioja, pensando que en media hora de recorrido ya podría disfrutar de un baño que me despejara la calentura corporal. Sin embargo; el lugar del que me había hablado todavía se encontraba a 20 minutos de mi ubicación. Con los ánimos ya cargados por el deseo de llegar, continúe mi camino.
Luego de 16 kilómetros de recorrido, y a 20 minutos de la ciudad de Rioja, llegué al distrito de Elías Soplín Vargas, al poblado de Segunda Jerusalén; donde se encuentra "La Naciente del Tioyacu". A simple vista era otro mundo, donde al llegar la brisa te acaricia como un murmullo de las sílfides del bosque, como algo que exita el espíritu, es como sentir que estas flotando en un espacio astral, en realidad es algo mágico, por menos no decirlo, un verdadero paraíso.
Cuenta la historia que los primeros pobladores, se dedicaban a la caza, adentrándose en la virginidad de la selva y es allí donde descubren una vertiente de agua cristalina, la misma a la que una tribú indígena llamada Azungas, le dio el nombre de Tioyacu que significa ¡Agua fría!.
En 1974, cuando se fundó el pueblo de Segunda Jerusálén, las personas que allí vivían, iban hasta la vertiente para poder conseguir agua limpia para su consumo. Es así también, que el 03 de setiembre del año 1999, deciden constituir el lugar como un centro turístico, debido a que se había descubierto que el agua que de allí brotaba, era una maravilla para la curación de diferentes enfermedades.
Tioyacu, está ubicado a 859 metros sobre el nivel del mar. En el lugar, se puede apreciar el nacimiento de las aguas cristalinas y frías del rio Tioyacu, el mismo que desemboca en el rio Negro, cerca del caserío Nuevo Amazonas. Tioyacu es un lugar, donde desde que uno ingresa empieza a sentir una nueva sensación, en el aire que se respira, en las plantas que uno toca, en el paisaje que nos deslumbra y en la gente que a uno lo recibe.
Desde la entrada, se puede apreciar una impresionante catarata, cuyas aguas que te reciben, es como una suave y mágica melodía o el canto de una diosa que se deleita mirando el infinito, la misma que está ubicada bajo un puente de madera que sirve como paso para trasladarse al inicio de una mágica aventura.
A unos cuantos pasos, al terminar otro puente, pero esta vez hecho de puras piedras, se puede distinguir otra catarata que baja desde un mirador, como si fuese una falda larga de una dama, la misma que sin hablar, te hace la invitación a darte un chapuzón antes de continuar con la travesía.
Al costado de la enorme dama, se encuentra algo así como una piscina gigante, cuyas aguas, fluyen del rio Tioyacu y en donde decenas de bañistas acuden si no es a diario, cada fin de semana a disfrutar de este maravilloso paraje.
Siguiendo con el recorrido, y con la brisa del aire fresco rozándote la piel, te puedes encontrar con un elefante que al parecer aplaca su sed en una de las orillas del rio, más allá, con un lagarto con la boca abierta que observa sigiloso, o con una mujer que yace acostada como si estuviera meditando, los que fueron creados por un escultor de la zona, que no tuvo mejor idea, que transformar tres rocas inmensas, en obras de arte, que dan la impresión de ser los custodios del lugar,
Así es el Centro Turístico "La Naciente del Tioyacu", con una exuberante vegetación, cascadas de donde brota un agua fría y cristalina, que esconden en ellas el secreto de la curación; tambos típicos que albergan a familias enteras, impresionantes obras de arte encubiertas dentro de la vegetación y personal que allí atiende, encargados de la limpieza del lugar; que día a día están prestos a recibirte con una sonrisa, haciéndote sentir como parte de esa naturaleza generosa, de la que muchos no quisiéramos salir.
Luego de 16 kilómetros de recorrido, y a 20 minutos de la ciudad de Rioja, llegué al distrito de Elías Soplín Vargas, al poblado de Segunda Jerusalén; donde se encuentra "La Naciente del Tioyacu". A simple vista era otro mundo, donde al llegar la brisa te acaricia como un murmullo de las sílfides del bosque, como algo que exita el espíritu, es como sentir que estas flotando en un espacio astral, en realidad es algo mágico, por menos no decirlo, un verdadero paraíso.
Cuenta la historia que los primeros pobladores, se dedicaban a la caza, adentrándose en la virginidad de la selva y es allí donde descubren una vertiente de agua cristalina, la misma a la que una tribú indígena llamada Azungas, le dio el nombre de Tioyacu que significa ¡Agua fría!.
En 1974, cuando se fundó el pueblo de Segunda Jerusálén, las personas que allí vivían, iban hasta la vertiente para poder conseguir agua limpia para su consumo. Es así también, que el 03 de setiembre del año 1999, deciden constituir el lugar como un centro turístico, debido a que se había descubierto que el agua que de allí brotaba, era una maravilla para la curación de diferentes enfermedades.
Tioyacu, está ubicado a 859 metros sobre el nivel del mar. En el lugar, se puede apreciar el nacimiento de las aguas cristalinas y frías del rio Tioyacu, el mismo que desemboca en el rio Negro, cerca del caserío Nuevo Amazonas. Tioyacu es un lugar, donde desde que uno ingresa empieza a sentir una nueva sensación, en el aire que se respira, en las plantas que uno toca, en el paisaje que nos deslumbra y en la gente que a uno lo recibe.
Desde la entrada, se puede apreciar una impresionante catarata, cuyas aguas que te reciben, es como una suave y mágica melodía o el canto de una diosa que se deleita mirando el infinito, la misma que está ubicada bajo un puente de madera que sirve como paso para trasladarse al inicio de una mágica aventura.
A unos cuantos pasos, al terminar otro puente, pero esta vez hecho de puras piedras, se puede distinguir otra catarata que baja desde un mirador, como si fuese una falda larga de una dama, la misma que sin hablar, te hace la invitación a darte un chapuzón antes de continuar con la travesía.
Al costado de la enorme dama, se encuentra algo así como una piscina gigante, cuyas aguas, fluyen del rio Tioyacu y en donde decenas de bañistas acuden si no es a diario, cada fin de semana a disfrutar de este maravilloso paraje.
Siguiendo con el recorrido, y con la brisa del aire fresco rozándote la piel, te puedes encontrar con un elefante que al parecer aplaca su sed en una de las orillas del rio, más allá, con un lagarto con la boca abierta que observa sigiloso, o con una mujer que yace acostada como si estuviera meditando, los que fueron creados por un escultor de la zona, que no tuvo mejor idea, que transformar tres rocas inmensas, en obras de arte, que dan la impresión de ser los custodios del lugar,
Así es el Centro Turístico "La Naciente del Tioyacu", con una exuberante vegetación, cascadas de donde brota un agua fría y cristalina, que esconden en ellas el secreto de la curación; tambos típicos que albergan a familias enteras, impresionantes obras de arte encubiertas dentro de la vegetación y personal que allí atiende, encargados de la limpieza del lugar; que día a día están prestos a recibirte con una sonrisa, haciéndote sentir como parte de esa naturaleza generosa, de la que muchos no quisiéramos salir.
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